Wiki Creepypasta
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Nota: Esta NO es la creepypasta original. La historia original fue escrita por el usuario Myth y publicada en 2009 en un foro. La creepypasta de esta página NO es la versión traducida de la historia original, si no una especie de versión alternativa con algunas modificaciones extrañas que nada tienen que ver con la original, como la introducción que se presenta.

Para leer la creepypasta original traducida a español, véase esta página.


Es una gran mentira creer que las historietas de superhéroes son solo cosas de niños, adolescentes o jóvenes adultos. Sí, por supuesto, los relatos y los personajes quizás sí sean para el restringido grupo de edad anterior mencionado, ¿pero quieren saber algo interesante? Está bien comprobado que no hay edad en la que el ser humano nunca se pregunte cómo sería la vida teniendo súperpoderes. Seguro, cuando somos niños queremos simplemente saltar por el balcón y volar, o lanzar energía con las manos. Pero, conforme vamos madurando, no abandonamos esos pensamientos, empezamos a pensar cómo sería la vida si pudiéramos leer la mente. Empezamos a imaginarnos lo bueno que sería si pudiéramos causar algún daño a distancia, y pocos son los que tienen el corazón para contemplar cómo sería de manera realista todo eso, y lo peligrosos que nosotros podríamos ser. Ora porque simple y llanamente, no sabemos cómo controlarlo en una sociedad que no sabe que tenemos un poder especial y que es mejor que no lo sepa, eso lo sabemos todos implícitamente, ya que la vida se volvería un infierno. Quiero que piensen cómo sería la vida con súperpoderes y de manera realista, ¿creen que en verdad mejoraría su vida, en especial sin tener ningún guía?

Imagínense esto, dos niños jugando. David está sentado en una banca, es un buen niño. Todavía es muy joven, pero se puede deslumbrar que va a ser un buen estudiante, la maestra lo quiere muchísimo, tiene una amistad muy especial con ella. Él está con Robert y están jugando a un juego típicamente norteamericano: indios y vaqueros. Una sociedad tan acostumbrada a las armas como la norteamericana no ve nada de malo en esto, así que David se levanta y empieza a corretear a su amigo, y él lo corretea de vuelta, y como David es un niño sumamente humilde y manso, toma el papel del indio y no le importa. Robert está detrás de él, apuntándole con una escopeta de aire.

-¡Bang, bang bang! – dice Robert.

Por supuesto, el pobre Robert no sabe que en esa época las escopetas no eran ametralladoras. David va corriendo y corriendo más para complacer a su amiguito. Entonces, el juego toma una vuelta completamente normal, en la que David finge recoger la escopeta de Robert y apuntarle en la cabeza. Él le dice con su linda voz de niño:

-Ajá... ¡tengo tu arma! Ahora vas a ver.

David lo mira y dice “¡Bang!”. En ese momento, por pura casualidad, la cabeza de Robert explota en un lindo maremoto de tonos rojos y color carne. David abre los ojo y empieza a gritar llorando, y los gritos pronto se convierten en aullidos. Salen los padres de ambos niños. La boca en consonancia poco a poco, mientras las aletas de la nariz se van hinchando. Su piel se vuelve roja, estaban bebiendo dentro de la casa. La mamá de Robert se pone a gritar, se jala de los pelos, va corriendo, se lanza sobre el piso y recoge tiernamente el cuerpo decapitado con los pedazos sangrientos de carne colgando, todavía chorreando, de su hijito. Y grita, y grita, y grita, y el papá se desmaya. ¿Qué va a hacer la policía? Obviamente les dice a los padres de Robert que esto es algo que ocurre un promedio de 26 veces al año en los Estados Unidos: fue la culpa de una bala perdida.

Bang

-Algún imbécil se puso a lustrar su escopeta y mató a su hijo, vamos a encontrarlo.

Obviamente no pueden encontrarlo y el caso se dificulta muchísimo, ya que, siendo una escopeta, es bastante fácil saber la distancia de donde se debió haber disparado, a parte, ningún vecino tiene escopeta. Así que las cosas se quedan simplemente así. Cabe aclarar que David no dice ni una sola palabra de lo que pasó, no puede, no encuentra la fuerza interior para hacerlo. Queda traumatizado y va al psicólogo, pero éste no lo puede ayudar por razones obvias. David sabe, incluso desde la más tierna infancia, que no debe decir nada, no por cobardía, sino porque él ya sabe que lo que sucedió es difícil de explicárselo a los adultos. Por honor a Robert, David nunca volvió a jugar a los indios y vaqueros, además de crecer con pocos amigos.

3 años después, está en la escuela, en pleno recreo y hay una niña, la cual es codiciada por todos los chicos, precisamente porque es muy poco femenina, porque le gustan los juegos de niños. Todos están jugando, mientras que David está sentado en una banca. La niña, llamada Laura, se pone detrás del chico y le apunta con dos dedos en la nuca diciendo:

-Te atrapé...

David sigue el juego con cara de asustado. Suelta su manzanita y levanta sus brazitos con una sonrisa en la cara. Ella le dice:

-Voltéate.

David se voltea con una sonrisa. Y como una pequeña psicópata en entrenamiento, lo ejecuta.

-¡Bang, bang, bang! – dice Laura.

Él trata de hacerse el muerto en la silla como parte del juego. Entonces, ella le dice:

-Bueno, ahora es tu turno, ¿qué vas a hacer?

David encoje los hombros. Entonces, Laura saca su lado malicioso y le dice:

-Bah, eres un mariquita, ¿no harás nada? ¡Dispárame!

David se queda frío, trata de no pensar mucho en el pasado. Sabe que los demás compañeros están mirando y que va a quedar muy mal. Ella vuelve a gritarle mariquita y que le dispare. Entonces, él sonríe fingiendo picardía, tratando de quedar como un completo estúpido, y le apunta.

-Bang... – dice David.

El cuerpo de Laura sale disparado por lo menos unos 5 metros, de hecho, sale volando por encima de dos mesas y se estrella en la tercera, rompiendo una silla. Ya estaba bastante muerta para el momento en que su cráneo se fracturó al darse contra el reverso de la mesa, y tal fue el impacto, que incluso perdió un brazo. Todos los niños gritaron y se volvieron locos, ¿pero qué fue de David? Mejor, ni hablar. Se puso las manos en la cabeza y empezó a gritar y a llorar descontroladamente, gritó incluso más duro que los demás. Llegaron los padres de Laura, los de David, y los de todo el mundo. ¿Y qué iban a hacer los adultos? Catalogarlo como otra bala perdida y como una horrible coincidencia.

David crece solitario, reprimido y sin amigos, pero tiene muchas cosas maravillosas que ofrecer al mundo y a sus seres amados. Cuando David tiene 21 años, se consigue una novia a la que ama con toda su alma, no solo por el simple amor en sí, sino porque es lo único que tiene aparte de sus padres. Que pena que un día tuvieron una pelea, una pelea normal de parejas, y lo único que hizo, fue apuntarle con el dedo, sin siquiera decir “Bang”. La cabeza de su novia voló en pedazos. Así que ahí se quedó él, sentado, sin llamar a la policía, al lado del cadáver de su novia. Lo único que le queda es apuntarse con su mano a la cabeza, y decir “Bang"...

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