Febril espectro, interés malsano,
Escondido tras sus ostentosas caderas,
Un fino velo de inminente lujuria,
Trance inexorable,
Significante por un instante intrascendente.
Mórbidas visiones,
Estoy enfermo de tanta monotonía,
Temblando, errando por pasajes oníricos
que contemplo con nostalgia,
viviendo esta trivial vida
de aborrecible mundanidad.
Hipocresía sempiterna.
Interrumpida tal vez nunca, por desasosiegos repentinos,
Horrores, que prosaicamente impregno
en estos garabatos abstractos.
Desafiando al horror vespertino que surca mi ventana.
Con sus mortecinas disonancias, monotonía repugnante, incesante,
Desgreñada, pero al fin, reconfortante…
Huyo hacia el terror ignoto a refugiarme.
Pues un estremecimiento de pavor,
Por más efímero que sea,
Para mí, el extraño,
Justifica toda una existencia.