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Raiz-mandragora

En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución mental o centro de reinserción social a donde puedas llegar. Cuando alcances el escritorio principal, pregunta al trabajador por visitar a alguien quien se hace llamar El Holder de la Justicia. En caso de que una mirada evaluadora aparezca en su rostro, te entregará una pala de jardinería pequeña y una correa de perro. Serás guiado al sótano de la institución donde el trabajador te señalará una trampilla en una esquina oscura.

Entra allí y toma la antigua escalera abajo hacia el sub-sótano. Una vez pises la tierra abajo, la trampilla se cerrará y sellará. Aparecerás en una habitación reducida de tierra débilmente iluminada por una vela pequeña en la pared del fondo. No toques la vela, no querrás que se apague; es todo lo que previene que este lugar caiga en total oscuridad… Y aquí está repleto de habitantes que solo pueden dormir con la luz encendida.

En el muro opuesto de donde está la vela, verás un viejo marco de ventana cortado en el suelo. Acércate a la ventana. Si ves tu reflejo, es seguro abrirla e ir por allí. De otro modo, lánzate a través de ella sin ni siquiera abrirla, lo más rápido que puedas, pues la criatura que llama a este lugar como su hogar ha despertado y está lista para apagar la luz y comenzar con su día. Está hambrienta y tu alma está en su menú para desayunar.

Una vez cruces la ventana, te encontrarás en una caverna gigantesca con frondosas plantas creciendo en racimos tan lejos como la vista alcanza, iluminado por una serie de grandes braseros que salen de la tierra. A menos que tengas una seria veta masoquista, evita mirar arriba cueste lo que cueste, ya que sobre ti estarán colgados los cadáveres putrefactos y esqueléticos de miles y miles de bebés, con sus cordones umbilicales utilizados como sogas.

Verás hombres delgados y demacrados en la distancia, encorvados desde el abdomen, tendidos a estas plantas. Si uno de ellos cae en medio del campo, no te molestes en correr en su ayuda, porque ya es demasiado tarde. Además, él volverá, ya que nadie puede morir aquí (no permanentemente, de todas maneras). Cualquiera que enfrente ese destino en este lugar pasará a ser propiedad del Holder, sus almas para siempre consignadas a cuidar este jardín macabro. Mantente en movimiento: cuanto más lejos estés de estas almas malditas y su labor eterna, más seguro estarás.

Sentirás un golpe en tus tobillos. A tus pies estará un pequeño Fox Terrier de pelo áspero, moviendo la cola alegremente y jadeando. Él será tu compañero de ésta, la más desafortunada de las misiones.

Si escuchas el comienzo de un grito diminuto, rápidamente pon tus manos sobre tus oídos. Si sobrevives, sabrás que fuiste lo suficientemente rápido… Al menos, lo fuiste esta vez. Sería inteligente que rasgues un poco de tu ropa y la uses para cubrir tus oídos con la esperanza de que sea suficiente para mantener los gritos a raya, pues tu objetivo es encontrar y cosechar una raíz de mandrágora en este campo, y todas las leyendas sobre ellas son, desafortunadamente, ciertas. Mantén una gran distancia entre tú y el cosechero más cercano, pues escuchar los gritos de una mandrágora significa una muerte instantánea.

La raíz que buscas no gritará cuando la desentierres, por lo que estarás a salvo de morir. Para tu mala suerte, hay incontables miles de plantas en este campo y solo tienes un perro para sacrificar y una vida que vivir. Si fuera tú, empezaría ya, pues el reloj está en marcha, y el Holder no es el único habitante de esta caverna, pero él es el único a salvo de su ‘conviviente’.

Cada hora, una gran bestia se acerca para alimentarse de los cosecheros en el campo. Si tienes la mala suerte de observar su llegada, te darás cuenta de que los otros cazadores ignoran su presencia, a pesar de que están siendo sacrificados en masa. Ellos ya han muerto una vez, y saben que regresarán. Te sugiero que te pongas a barlovento (contra el viento) a la mayor distancia que puedas de la bestia, pues ella tiene un excelente sentido del olfato y ama la carne fresca.

Recuerda: para poder desenterrar la planta de mandrágora de forma segura, debes primero cavar en sus alrededores, atarla a la correa del perro que se te entregó. Llámalo desde la distancia con los oídos tapados. Cuando la suelte, la mandrágora saldrá. Al gritar, el perro morirá inevitablemente.

Si, por algún milagro, encuentras la planta de mandrágora sin morir, cuando la quites, revelará un agujero en el suelo con una escalera que se extiende ciento cincuenta metros en una pequeña caverna, iluminada por dos faroles. En el centro de la caverna habrá una pequeña mesa de madera con dos sillas. En una de ellas estará un hombre anciano con un mechón de pelo blanco sobre su cabeza, adornado con ropas opulentas.

No te sientes en la otra silla, no importa qué tan cansado te haya dejado la tarea, pues si lo haces, el hombre saltará sobre la mesa a una velocidad sobrehumana y te arrancará la garganta.

El hombre notará tu presencia y te mirará con el ceño fruncido; no le gusta ser interrumpido y no tolerará tu presencia mucho tiempo. Debes rápidamente preguntarle solamente esto:

"¿Qué hicieron mal?"

Los ojos del hombre brillarán con repentino entendimiento, y comenzará a contarte la historia tras los cadáveres de los bebés que estaban en la caverna. Verás que las raíces de mandrágora solo crecerán por debajo de la zona donde haya sido ahorcado un asesino impenitente. Hace miles de años, el hombre comenzó su jardín colgando a los autores de homicidios no resueltos en él, pero a través del ensayo y error descubrió que las víctimas más jóvenes crean más dulces raíces de mandrágora. Actualmente colgando en la caverna, están todos los bebés en la historia quienes llegaron al mundo a través de complicaciones en el embarazo causando la muerte de sus madres.

Muchos hombres se indignaron al punto de llorar por el relato de este hombre. Mostrar tristeza te considerará débil y, en consecuencia, el hombre se precipitará adelante y te partirá el cuello ante la menor insinuación de pena. Lo que debes hacer es correr hacia adelante y tomar la silla de enfrente, levantarla en el aire y golpear con todas tus fuerzas, rompiéndola sobre el cráneo del hombre. Él se derrumbará en la tierra, incapacitado y casi muerto.

Ahora, debes llevar su cuerpo incapacitado cuesta arriba por las escaleras y a la caverna de arriba. Los cosecheros detendrán su trabajo y te mirarán con esperanza en sus ojos. No los decepciones. Notarás una soga ya preparada para el hombre. Ponla alrededor de su cuello, apriétala y suéltalo. El ánimo subirá en los trabajadores mientras el cuello del anciano truena. Su muerte liberará las almas de los cosecheros y de los bebés, y en poco tiempo te encontrarás solo en la caverna con el Holder colgado.

La tierra a tu alrededor estará limpia, las plantas se marchitarán y desintegrarán. Debajo del cuerpo del hombre habrá una sola planta de mandrágora, brillando en un azul etéreo. Desentiérrala sin miedo, te lo debe. Una vez extraída, la raíz comenzará a cantar una hermosa y encantadora melodía, y te sentirás en paz. Deja la raíz en el suelo y medita por cinco minutos. Cuando abras los ojos, te encontrarás en la cocina del lugar que llamas hogar. La mandrágora estará durmiendo plácidamente. Escuchar su canción ahora proveerá de descanso y curará incluso las más profundas heridas.

La raíz de mandrágora es el Objeto 189 de 538. Se lamentará en agonía cuando se reúnan todos.

¿Vas a estar allí para oírla?

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