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En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución de salud mental o centro de rehabilitación al que puedas llegar. Al llegar a la recepción, pide visitar a alguien que se hace llamar El Holder de los Lentes.

La recepcionista no reconocerá tu solicitud en un primer momento, pero debes seguir preguntando. Cuando levante la cabeza, ella te dará una mirada inquisitiva, y te preguntará si estás seguro. Si tienes alguna duda en tu mente, no tendrás éxito, ella te dará la espalda y se alejará en silencio y no regresará jamás. Pero si no dudas de tu inminente victoria, ella lo notará y sonreirá suavemente, luego te llevará hacia una puerta detrás del mostrador.

La puerta se abrirá y verás una sala de color gris, muy angosta, con espacio apenas suficiente para que los dos puedan pasar. Habrán grandes espejos, colocados a intervalos a lo largo de las paredes, reflejándolos a los dos a lo largo del camino, debes mirar en cada uno de ellos al pasar. Si uno de los espejos no refleja a la recepcionista, comienza a orar, pues ya no te queda mucho tiempo en este mundo.

Sin embargo, si eres tú quien no se refleja en uno de los espejos, detente y gira para mirar a la mujer. Ella dará la vuelta y empujará a un lado el espejo, revelando un cuarto oscuro. Asegúrate de darle las gracias antes de entrar en el interior, los poderes en este lugar no toleran un visitante grosero.

El espejo se deslizará silenciosamente en su lugar, cubriendo el ambiente de oscuridad, y una voz comenzará a murmurar palabras sin sentido a sí mismo por un tiempo indeterminado. Cuando se detenga, debes indicar con calma:

"Estoy aquí sólo para ver a un amigo".

Si vuelves a escuchar la voz, no será un susurro, sino un rugido de ira que destruirá tu cuerpo, dejando tu alma consumirse lentamente por el Holder. Pero si la sala empieza a iluminarse, entonces captaste su interés.

Te encontrarás en una pequeña habitación con poca luz, con una sola silla en el centro. Quédate quieto, no hagas nada hasta que una voz te pida que te sientes, hazlo. El Holder te hará muchas preguntas, y tú debes contestar con la verdad, sin ningún intento por aclarar los detalles. Mentirle, hará que salga su demonio, y tu querrás evitar eso por ahora.

Cuando haya terminado, él te agradecerá por tu honestidad, y querrá saber por qué has ido donde él. Pregúntale:

¿Puedo ver tu cara?

El Holder reirá amablemente, y un par de lentes caerán en tu regazo. Tómate el tiempo para pensar en aquello que consideras lo más importante para ti, y luego ponte los lentes.

Ahora verás la habitación en su totalidad, rezumando sangre pestilente en cada centímetro de cada superficie, salvo el lugar donde ilumina la luz. No te pares hasta que el Holder te lo pida, y cuando lo haga, salta sobre la silla inmediatamente. La luz se apagará, y la sangre llenará el vacío que había en la zona donde estaba alumbrado, pero todavía será capaz de ver en la oscuridad a través de los lentes. Mira directamente delante de ti, y pide educadamente, ver el rostro del Holder de nuevo.

La sangre en la pared se partirá como una cortina, y una figura emergerá. Si se trata de otra cosa que no sea lo que pensaste antes de ponerte los lentes, quítatelos rápidamente y tíralos a un lado. Si eres lo suficientemente rápido, la oscuridad se partirá para revelar la puerta de la institución por la que llegaste; considérate muy afortunado. En caso de que no seas lo suficientemente rápido, entonces tu sangre se añadirá a la del cuarto lentamente, muy lentamente.

Sin embargo, si es lo que pensaste, deja la silla. Tus pies tocarán la sangre, pero no te hundirás. Da cinco pasos hacia adelante y detente. Aquello que pensaste, cualquier cosa o persona que sea, se moverá para alcanzarte. Da tres pasos más, y espera a que el objeto/persona se mueva de nuevo, entonces da un solo paso. Esta vez, cuando el objeto se mueva, cierra tu puño y golpea con toda la fuerza que puedas reunir. La superficie cederá y se romperá como vidrio, dejando al descubierto un cráneo flotando, con trozos de carne podrida que todavía se aferra a su rostro.

Saca tu mano inmediatamente, y no examines las heridas que se produjeron por el golpe. Agradece al Holder con la mayor cortesía posible. A continuación, te preguntará, con respiración horrible, si deseas ver tu cara.

Cortésmente declina a su proposición, y comienza a alejarte. Te colocará una mano en tu hombro, e insistirá en su petición. Ahora, pregúntale:

¿Cómo pueden ver?

Los Lentes

La mano entonces te empujará hacia abajo con fuerza, y te hundirás en el suelo ensangrentado. Al hundirte, pulsa tu mano en tu cara, y mantén los lentes en su lugar. Ellos son todo lo que te protege ahora.

Verás decenas de espantosas imágenes, pasando por tu visión a medida que desciendes. En todo esto, no debes apartar la vista de estas escenas, por más aterradoras que sean, ya que una de ellas eres tú.

Al pasar por tu propia imagen mutilada, alcánzala y tócala. El mar de sangre se disipará, reemplazado por una completa oscuridad. Cuando aparezca una puerta, ábrela. La luz será cegadora, pero te encontrarás a salvo, en uno de los baños de la institución. Recuerda que debes decir "Gracias", pues el Holder ha disfrutado de tu compañía.

Los lentes que llevas puestos son el Objeto 86 de 538, los Ojos de Claridad. Cuando llegue el momento, podrás ver lo que ellos ven.

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