Mis padres se habían ido de vacaciones y me dejaron solo, porque yo no quería ir. Prendí la televisión y empecé a mirar el canal número 206. Estaban dando «Friends». Me alegré, ya que me encanta esa serie. Luego de media hora, terminó, dieron propagandas, y empezó «Two and a Half Men». Repentinamente, escuché un fuerte ruido, que provenía del balcón. Empuñando un bate de béisbol, me dirigí hacía allí. Lo que vi era una bolsa, que tenía algo adentro, algo que no se movía.
Con miedo, la abrí, y lo que vi me impactó. Era la cabeza de una persona en avanzado estado de descomposición. Vomité. No sabía qué hacer.
Cuando quise entrar, no pude, ya que había cerrado la puerta, ¿qué iba a hacer? Me quedé en el balcón hasta las 10 de la noche y, luego, vi algo entre las sombras, como una silueta. Me miraba con sus ojos rojos. Armado con mi bate, lo ataqué en vano, ya que esto solo hizo que se enojara.
Recuerdo que todo se hizo blanco y que escuchaba un zumbido. Cuando desperté, estaba en un hospital y dije: «Gracias al cielo». Me di cuenta que no era cualquier hospital: se trataba de un hospital psiquiátrico.
Vi esa silueta de nuevo, sacó un cuchillo y, con un corte, abrió mi estómago. Acto seguido, perforó mi pecho, alcanzando mi corazón. Todo se apagó, me encontraba solo en un lluvioso lugar, que desconocía. Vi mi cuerpo en el suelo, ahí me di cuenta de lo que había pasado: estaba muerto.
—¡Puta vida injusta! —grité.
Vi a mis padres llegar de vacaciones. Al no encontrarme, se asustaron.
Había un mensaje en la contestadora, lo reprodujeron: «Señor y señora Johnson, lamentamos avisarle que su hijo ha fallecido. Contáctenos al 911. Lamentamos su pérdida». Mis padres estaban desolados.
Han pasado 3 largos años, mis padres se han mudado, y hay otra pareja en mi casa. Cada vez que alguien escucha el ruido del balcón, termina como yo... Nadie sabe dónde está ese hombre de la silueta.
Nadie sabe dónde está ese hospital psiquiátrico, pero todos concuerdan con el oficial de policía: nadie sabe qué hay en el balcón.