Perdido en la noche de tus ojos,
busco
un refugio para paliar mis miedos:
temo
a la sombra negra de la soledad,
a la dama blanca,
que se viene tan callando,
con pasos de falsa calma
y ojos de estatua mármol.
A veces
la siento tan cerca.
A veces,
cuando tú y yo no estamos,
respira a mi espalda,
y siento entonces
su mano en mi hombro,
y un susurro
que me ruega
que abra los ojos.
El sentido de la vida es
llorar,
ser ángel de sufrimientos,
y, al final de los días,
ceniza mojada.
Para qué vivir con tantas preguntas,
mejor sufrir tus abrazos,
ser víctima de tus besos,
paladear el sabor agridulce
del verano de tu pelo
y el perfume
de tu alma
y acariciar la espuma de tu fuente
entre las ruinas de mi propia existencia.