Yo estaba sentado en las escaleras de la oficina del museo con una taza de café, cuando sucedió. Había sido un largo día, y yo mande al niño que trabajaba en el museo a limpiar las exhibiciones, luego de darle la advertencia de no tocar o abrir algunas de ellas.
De repente, un terrible grito que sacudió el edificio junto a un sonido desgarrador, me llevaron inmediatamente a bajar las escaleras con una velocidad extrema.
En la habitación de los espejos (conocida por mi) colgaba un antiguo espejo a un pie de distancia, hecho de un material obsidiano (vidrio volcánico). Detrás de las paredes de cristal de la vitrina (inofensivas por cierto) mucha gente comentaba haber visto una bruja con una cara demoníaca. Al verlo descubierto descubrí realmente que era una locura, tal como lo afirmaban algunos.
Llegue a la sala de los espejos, y un horrible olor flotaba en el aire. En el piso yacía la mitad de un cuerpo- reconocí su mitad inferior aun con ropa. La piel había sido estirada y arrancada del cuerpo y los órganos, arrancados sin derramar una gota de su contenido en el suelo. Las piernas estaban en la parte inferior de una caja de madera que se encontraba por debajo de los espejos, y el hueso de la cadera estaba apoyado en la pared.
La caja se había roto, una gran cantidad de trozos se encontraban en el exterior. A su vez, una bola de pelos, enredada con piel y sangre, se hallaba pegada al marco del espejo.
Con mucha concentración di un paso hacia el lado oscuro de la habitación, mis sandalias a pesar de mi cuidado fueron manchadas con bilis y salpicadas por un gran charco de sangre.
Observando hacia mas cuidadosamente esta zona, vi mi sombra reflejada dos veces. En su mano había un brazo roto con un tono pálido, el cual era conducido por el sendero de la oscuridad. Un instante mas tarde, llegue a la conclusión de que era la otra mitad del cuerpo con la cara arrancada la que se elevaba sobre mis espaldas.