Wiki Creepypasta
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Me llamo Kyle Jhonson. Crecí con mis abuelos; mi padre huyó al enterarse del embarazo de mi madre, y mi madre me abandonó al poco tiempo de haber nacido. Hace tres años, cuando tenía trece, mis ojos eran marrones y mi piel era nívea. Debido a mi edad, empezaría el secundario. No obstante, mi madre apareció en el pueblo y me llevó a una ciudad lejana.

Ingresé a un colegio en la ciudad. No tenía amigos; es más, mis compañeros se burlaban y me criticaban por escuchar géneros de música diferentes a los que ellos escuchaban. Aunque no me importaban sus palabras, un día, todos me golpearon sin razón; solo una chica me defendió. Desde ese momento, seríamos amigos y me protegería de los bravucones.

En mi hogar, mi madre se ofendía y me golpeaba sin razón alguna. Un día, me golpeó hasta sangrar por no hacer un trabajo bien. Aquel día, me intenté suicidar. No obstante, Emily, mi amiga, me arrebató la navaja y me consoló.

Emily me obsequió una guitarra que se convirtió en mi mejor amiga. La aprendí a tocar y me gustó. Conformamos una banda. Ella era la vocalista y yo, el guitarrista. Tocamos en iglesias, parques y eventos.

Un día, escuchaba música en mi cuarto, cuando una voz dijo «¡Mátalos! ¡Hazlos pagar! Ellos son los monstruos; ¡no tú!». Lloré hasta dormirme.

Ocho semanas después, me fue comunicado que mi abuelo había fallecido. Emily me acompañó a su velorio y a su entierro. Me carcomía el dolor; a pesar de los consuelos, no podía evitar llorar.

Dos días después, hubo un evento en el colegio. Asistiría debido a mi amiga. Mas, faltó, y unos bravucones me provocaron. Reñimos atrás del colegio. Me golpearon. La misma voz de la vez anterior ahora decía «La sangre hierve». Mi vista se nubló. Grité. Los rasguñé, golpeé y tiré hasta que sangraron. Disfruté verlos sangrar. Combatíamos, cuando fue lanzado un proyectil a mi cara. Grité. Sentía que me quemaba.

Desperté vendado en un hospital. Al retirar un doctor el vendaje, Emily y mi madre se sorprendieron. Mis ojos ahora eran negros y mi piel ahora era gris. Lloré y Emily me tranquilizó.

—Señora —le dijo el doctor a mi madre cuando se encontraban a solas—, le tengo que decir algo de relevancia.

—¿Qué pasa, doctor?

—Su hijo... —tartamudeó.

—¡Dígame qué pasa!

—Su hijo presenta una anómala inmunidad ante patógenos, y sus tejidos se regeneran con una extraordinaria celeridad. Sus emociones se encuentran, sin embargo, trastornadas.

Mi madre me llevó a mi hogar. Me bañé; toda mi piel era gris. Oí a la voz decir «Tonto de buen corazón, renuncia a tu vida y sé un castigador de almas. ¡Haz a todos pagar!». Salí de la ducha y me cambié.

Salí a la biblioteca; investigaría sobre mi enfermedad. Como no tenía dinero para el transporte, caminé. Todos me miraban; unos reían y otros huían. En el centro, un hombre me gritó y me persiguió. No lo quería dañar. Empero, mi instinto me ganó; lo golpeé hasta su muerte.

—Bravo, bravo —dijo un encapuchado

—¿Quién eres?

—Dudo que te incumba, amigo.

—Me llamo Kyle, Kyle Rollers.

El muchacho sonrió.

—Me recuerdas a alguien. Te falta una pequeña cosilla...

Sacó de su bolsillo un arma, y me apuntó con ella; pero se la tiré con un golpe de palma, y lo golpeé hasta que se mareó. Corrí a mi casa; no podía dejar que me vieran.

Pese a la debilidad que sentía, debido a mi enfermedad, no moriría. Mi madre me ayudó a recuperarme y me preguntó si seguiría estudiando. Afirmé. Así que, al día siguiente, asistí al colegio. Emily faltó; me sentía solo. Todos se reían de mí como de una broma. Me escapé de aquel instituto.

La busqué a Emily. No obstante, fui secuestrado. Unos ex científicos gubernamentales experimentaron conmigo. Me inyectaron substancias que desconocía. Me operaron. Me dolió. No podía gritar, empero; había sido amordazado. Cuando ya no pude más, me logré zafar de las cadenas. Me descontrolé; golpeé y noqueé a la mayoría de científicos. Me dirigí a la casa de Emily, pero su hermana me dijo que estaba en el hospital; corrí allí. Al llegar, se encontraba al borde de la muerte.

—Hola, Kyle.

—Hola, Emily.

—¿Sabes? Siempre he querido decirte algo.

—Dímelo.

—Te amo, Kyle Rollers.

—Te amo, Emily Robinson —tartamudeé. La besé.

Ella falleció. El médico me habló de la enfermedad que había padecido. Corrí a mi casa. Mis padres no estaban. Como ya no quería vivir, busqué la pistola que mi padrastro guardaba y me disparé tres veces en la cabeza. Aun así, nada; ya no podía morir.

Me enmascaré y me armé con un cuchillo para vengarme de los que me habían hecho sufrir. Primero, torturé al bravucón que había arruinado mi vida. Luego, apuñalé a sus padres e incendié su casa. Al día siguiente, todos mis excompañeros habían sido asesinados y sus cuerpos habían sido colgados en mi salón. En el pizarrón, ponía «Mi sangre hierve». La policía aún investiga el caso.

Tras cumplir con mi venganza, me dediqué a la ciencia, pues todos mis sueños habían sido arruinados; experimento con cadáveres de personas que he asesinado. En el fondo, no lo hago por la ciencia, sino por la sangre.

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