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Muñequita

Audrey Parvus cumplía diez años este año. El 8 de Mayo caía domingo y era sábado por la tarde. Audrey, siendo terrible lanzando indirectas, logró que su madre la llevara a la tienda de 99 centavos, dejándola elegir su propio regalo de cumpleaños.

"Ahora, mira alrededor y hazme saber sí ves algo de tu interés. Estaré viendo las novelas de allá", su madre le había dicho. Una chuchería aquí, una curiosidad allá; era una tienda pequeña y pintoresca. Audrey no sabía qué deseaba, había tantas cosas para elegir. Casi se había decidió por un juguete de conejo de peluche cuando la vio en el exhibidor.

Una hermosa muñeca victoriana, antigua, con cabello castaño y ojos marrones y un vestido rojo con adornos azules.

"¡Oh, ella es tan bonita!", dijo ella, asombrada de la belleza de la muñeca. Felizmente saltó junto a su madre y le mostró la muñeca. La Sra. Parvus planteó más alto el precio por la muñeca al igual que Audrey.

"¿Cómo algo así se encuentra en una simple tienda de 99 centavos? Puedes comprarla, querida".

Se la devolvió a Audrey, quien se dirigió al viejo cajero.

"Quisiera comprar esta muñeca, por favor, señor." pronunció cortésmente.

El viejo hombre miro de cerca a la muñeca y dijo: "Oh, no. Usted no quiere esta muñeca.”

Confundida, ella preguntó: "¿Qué?, por supuesto que quiero esta muñeca”.

Él sacudió la cabeza y dijo: "Bueno, está bien, pero...".

Sus siguientes palabras fueron un mascullo entre dientes. Ella tomó la muñeca del mostrador y se aferró a ella al momento en que la Sra. Parvus pagó por unos cuantos libros. De camino a casa, no podía dejar de mirar a la muñeca. Tales características ornamentales, ¡hechas con una precisión perfecta! Tal muñeca necesitaba un nombre... "Molly. Su nombre será Molly".

Abrazó a la muñeca fuertemente de camino a casa. Tras una inspección más cercana, incluso después de llegar a casa, se dio cuenta de un defecto. Molly tenía un dedo extra en su mano derecha. Audrey pensó que esto era raro, pero nada es perfecto. Después de jugar con la muñeca durante todo el día, llegó la hora de acostarse, las 9:000 hrs. La muñeca era de porcelana, así que Molly fuer dejada en la mesa de la sala para jugar después del desayuno. Su madre le dio un beso de buenas noches y se fue por las escaleras a su dormitorio.

Fines Preciosos[]

Audrey tenía sueños hermosos, ella jugaba con una Molly viviente en un prado, y sueños parecidos. Entonces despertó, escuchando chasquidos. Diminutos chasquidos de pasos, pero audibles. Comoenzaron a ascender en volumen, sonando como si estuvieran acercándose a la habitación de Audrey. Luego estaba murmurando en tono alto. Audrey dejó de respirar y escuchó con atención. "... primer paso, Molly está en el segundo paso, Molly está en el tercero".

Negándose a aguantar más, Audrey gritó "¡Mami, mami! ¡Ven rápido!". Pequeños pasos se alejaron a medida que la Sra. Parvus corrió a la habitación de su hija. "¿Qué, qué, qué?", "Mamá, oí pasos y creo que era Molly". Su madre suspiró, inconforme por haber sido despertada a las 11:15 de la noche. Tomó a Audrey y encendió la luz en la sala. Molly no se había movido ni un milímetro de su posición.

Audrey infelizmente volvió a la cama mientras su madre se iba a descansar. Se las arregló para dormir 30 minutos antes de que la canción volviera a escucharse y los chasquidos regresaran. Los cánticos continuaron hasta tres. "Molly está en el cuarto paso, Molly está en el quinto paso, Molly está en el sexto". Llamando a su madre otra vez, Audrey insistió en que creía que Molly quién estaba haciendo los ruidos.

Otro chequeo a Molly reveló que no había cambio alguno.

"Audrey Verónica Parvus, me estoy cansando de este comportamiento. Molly es una muñeca, no puede caminar, no puede hablar, y no hay nada que temer".

Audrey miró inquieta a Molly. Cuanto más la miraba, la expresión de Molly lucía más maliciosa. "Tengo que trabajar horas extras mañana, y tu tienes la guardería, así que por favor, ve a dormir y olvidarte de Molly." Ella parece menos espantosa durante el día. "Oh, está bien, mamá".

Hoscamente subió las escaleras hacia su habitación y se recostó en la cama. Logró dormir un poco cuando el chasquido y el canto volvieron otra vez. Superó el sexto paso y continuó. Había solo 12 pasos hasta su habitación.

"Molly está en el séptimo paso, Molly está en el octavo paso, Molly está en el noveno." "¡M-m-mamá!", no pudo evitar gritar. Su madre no respondió.

"Molly está en el décimo paso, Molly está en el undécimo paso..." "¡¡¡MADRE!!!" gritó. El silencio fue su respuesta.

"Molly está en el duodécimo."

Hubo silencio en esos segundos que agitaban su corazón. Pero el tintineo de la perilla de su puerta rompió el silencio. Se abrió con un crujido. Allí estaba Molly, con un cuchillo afilado, toda ensangrentada. Audrey se ocultó debajo de su cama, con la esperanza de que Molly no la viera.

"Molly mató a mamá. Ahora Molly va a matarte". Agarró a Audrey por el cabello y tiró de debajo de la cama. Señalando el cuchillo hacia la niña que lloraba, le advirtió: "Molly está en su habitación."

En la esquina de Cedar bulevar y la avenida 24, Molly está todavía en el exhibidor de la ventana, en la tienda de los 99 centavos, siendo atendida por el mismo viejo hombre. Ella espera por otra víctima que caiga en sus encantos. Ahora tiene ocho dedos en su mano.

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