Wiki Creepypasta
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Luego de tantas inundaciones, en esta parte de la ciudad caen las casas y sus paredes sudan humedades nuevas y de antaño.

Todo es musgo, barro, olores a aguas estancadas y a camalotes. Suele ser sarcástico el destino al momento de elegir escenarios para contener historias mínimas, esas que en realidad son rebuscadas como partes de la nada; mas aún así, palpitan llenas de vida.

Cuando Ernesto reconoció a la joven, ella ya había muerto hacía un par de años; la vio pasar caminando por el parque y la recordó de inmediato.

¿Cómo olvidarse de esa boca risueña atrapada en ese blanco rostro de mejillas rubicundas por el aire de verano?

Imagen que, al simple hecho de cerrar los ojos y traer al presente la recordada fotografía de su perfil de red social, se hacía nuevamente patente ante él. Esos cabellos negros azabache, esos profundos ojos grises, casi como dos lunas llenas enceguecedoras, encandiladoras.

Intentó abordarla, preguntarle: ¡Por Dios, por qué tanta la magnitud de esa ausencia!

Pero ella, al verlo, enfrió la mirada lo suficiente como para paralizarlo. Borró de su rostro la sutil sonrisa, palideció la carne firme de su rostro y cuello, y sin mediar más nada, cruzó la calle y se perdió entre los árboles.


Hacía ya cuatro años que la había conocido en el vértigo de un boliche, bajo luces psicodélicas y anfetas, volatilizadas en la champaña y la birra de un verano tórrido como pocos; cuando poco bastaba para el amor, para esa suerte de frenesí de sensaciones embriagantes, efervescentes, casi en ebullición. 

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En ese contexto, la vio junto a una amiga apoyada sobre una mesita, sentada sobre un banquillo sin respaldo con la cintura desnuda y con una minifalda blanca; la silueta afrodítica de su adolescencia temprana, la mirada de niña en aquel cuerpo curvilíneo y sedoso de mujer joven, su fascinante imagen palpitando vida, copulando con sus deseos más profundos, gimiendo al compás del techno en el medio de sus sesos y en estéreo... ¿Cómo olvidarle?

Mas, en ese tiempo, la vergüenza y la poca experiencia no le permitieron acercarse a menos de un metro. En cambio, solamente la observó de lejos, cada detalle, cada gesto.

Por dos horas sintió como cosquillas le subían y bajaban por el cuerpo, y como sacudidas y ondas sísmicas, cuyo epicentro se clavaban en lo profundo de su bajo vientre, le hacían temblar sin control. Si la hubiera besado entonces, habría muerto, estallando en mil fragmentos irreconocibles.

¿Qué hacer entonces? Como estrategia logística, consiguió su nombre. Más bien su seudónimo en la red social: “Marina”. ¿Marina qué? “Marina94”.

De ahí en más fue fácil localizarla en red, hacerse amigos, mentirle algunas cosas y exagerar otras para caerle en gracia. Fue fácil también mantener la constancia y la sutileza de subirse de tono tan despacio como para no ser adivinado, hasta alcanzar un nivel de confianza como para halagarle aquellas cosas de mujer, que aunque correctamente mantenidas y puestas en vitrinas de diversas marcas, pueden ser explícitamente admiradas y elogiadas por personas elegidas; esa suerte de celebridades personales que tienen free pass en la vida de las hembras.

Mas de tocarla, solamente en el oscuro de su mente.

Así pasaron unos dos o tres meses, "más de lo ideal" dijera aquel amigo experto en hembras que nunca falta, que aunque sin dinero y sin facha, vaya saberse el por qué causa o disfunción dimensional, es capaz de ganarse a cientos de clones de modelos famosas o un poco menos.

Ese sabio Don Juan acostumbraba a aseverar que “hay que apurarse antes de que seas considerado un amigo... Si eso sucede, marchaste”.

Tal afirmación de experto lo perturbó, hasta que un día, bajo el rigor de la urgencia y la ansiedad, la invitó a conocerse, a tomar algo, a compartir una charla frente a frente. Fue así que en la noche, en un banco de plaza, ella y su mejor amiga, él y su único amigo, bebieron una media docena de cervezas, fumaron dos porros y se contaron cosas hasta que sin pudor ni piedad ni lealtad ni compasión, Marina94 y su amigo se besaron con un ímpetu casi pornográfico, se enredaron las lenguas a un palmo de su nariz incrédula, inconforme.

Los golpes y puñetazos al aire, burlados por la espléndida esquiva del contrincante, seguidos de dos gruesos y secos golpes de gracia que le hicieron perder el horizonte fueron, amén del amargo gusto de la derrota emocional, los elementos balizantes de su peor noche de la vida, a la que le siguió sin tregua alguna su peor día, su peor semana, su peor mes, periplo que concluyó con el simple hecho de descubrir que aquel perfil había sido borrado de la red social; se había marchado de improviso a otro mundo...

Marina94 había muerto.

Pero ahora lo ve todo, ya diferente; ya sin aquel odio irrefrenable que lo empujó a la guerra con su peor mejor amigo y con el mundo entero.

Aún así, Marina94 cambió de acera y se dejó perder en el verdor del parque hasta que en los vórtices de su confusa mente, Ernesto no supo bien si todo fue real o un espejismo. Su amigo traidor desde ese entonces ya no existe, se fue a otra ciudad u otra galaxia, lo mismo da.

Marina94, sin embargo, levita su espíritu por estas calles, se deja ver en el parque más madura pero tan bella como antes.

Esta nueva revelación lo desespera, lo retrotrae a la escena de la plaza, las seis cervezas, los dos porros, la sonrisa burlona de su amigo (y de la amiga de ella), los dos gruesos golpes, el sabor amargo de la sangre sobre la acera.

Aún así, alcanzó a sentir los mismos sismos en su bajo vientre, la vida latiendo desde sus adentros, revelándole lo que se siente cuando el deseo es más poderoso que el rencor, que el orgullo, que el honor, que la prudencia...

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Sin duda, el espectro de Marina94 se cruzará por él en alguna acera o calle o parque, dándole nuevamente la mirada fría y luego la espalda.

Mas aún así, el recuerdo humillante de la plaza nuevamente se ofuscará ante la Polaroid de la niñata en su banquillo... Sensación virtual por ende, ya que la historia que pudiera haber nacido de ese tormentoso sentimiento, en el mundo de las cosas palpables y concretas, ha sido sobrescrita.

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