Wiki Creepypasta
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Me encanta la simetría. No estoy seguro el porqué pero me ha gustado desde que era pequeño. La mayoría de los niños de mi edad eran desordenados y olvidadizos. No como yo. Todo tenía su lugar en mi cuarto, todo estaba donde pertenecía. Mis padres no lo tenían, mis abuelos no lo tenían tampoco.

Ninguna persona de mi familia tenía “eso”. A lo que me refiero con “eso” es la necesidad, el deseo, la obsesión por ser perfecto vive dentro de mí. Quería ser perfecto, quería ser completamente de ambos lados de mi cuerpo.

Desde que me volví un adulto no he podido vivir normalmente. No puedo mantener un trabajo. Mis relaciones no duran mucho porque ninguna chica puede tolerar eso. En realidad, ni me importa cuando me dejan.

Ellas son desordenadas y hacen las cosas difíciles para mí. Se mueven a mi lado de la cama en vez de quedarse en el suyo como deberían, dejan platos de un lado de la cocina pero no del otro. Como no tengo trabajo me quedo en casa ordenando todo lo que ellas arruinan. Hasta me hace sentir bien cuando se marchan. Pero el sentimiento no dura mucho, lamentablemente.

Eventualmente eso vuelve, y encuentra algo que necesita ser reparado o acomodado. ¿Por qué sigues teniendo relaciones si de todas formas te sientes mejor estando solo?, te estarás preguntando, es porque se me hace difícil estar en la cama sin moverme en toda la noche.

Dejando el trabajo y las relaciones de lado, mi vida es casi completamente normal. Digo casi, porque aún tengo otro problema que debo tratar. Tengo algo llamado “Heterochromia Iridum” que significa que tengo dos iris de colores distintos. Mi ojo izquierdo es de color azul marino, mi ojo derecho es verde pálido. Todos mis familiares tienen ojos azules.

Mi ojo verde es el que no encaja. Me hace… des balanceado. Cada vez que me veo en el espejo ahí está, enfrente mío. Es en todo lo que puedo pensar, todo está en orden excepto ese pequeño error verde.

No me dolió cuando comencé a insertar la cuchara en mi ojo. Tampoco me dolió cuando logré sacarlo con un “pop” y estaba colgando a la altura de mi mejilla. ¿Acaso era el estado de shock en el que me encontraba lo que reprimía el dolor o era eso? Corté el nervio óptico con unas tijeras y limpié el líquido tibio que corría por mi cara con una toalla.

Tener mi visión cortada a la mitad se sentía raro. Curé la herida con unos vendajes y coloqué la cuchara a un lado junto con el órgano que me había acabado de arrancar de la cara. Me sentía bien después de haberme librado de ese inconveniente, y me fui a dormir.

Me desperté muy feliz, había dormido mejor de lo que lo hacía normalmente. Me levanté de la cama y fui a ver el espejo del baño. Mi cuerpo respondía mal y la cabeza me dolía mucho. Encendí el interruptor del baño y la luz era cegadora. Removí lentamente el vendaje cubierto de sangre que cubría parte de mi cara y se aferraba a ella como cinta adhesiva. Cuando miré el espejo se me revolvió el estómago.

Me había dado cuenta de que estaba des balanceado… de nuevo.

Me había hecho un hoyo asqueroso en la parte derecha de la cara. Pero en la otra parte de la cara no tenía ningún hoyo. Fue muy difícil sacar el segundo ojo. Fallé varias veces en colocar la cuchara en el lugar correcto, apuñalándome levemente la pupila varias veces. Cuando logré sacar el ojo de la cavidad solamente me faltaba conseguir las tijeras para terminar el trabajo. Las hojas de la tijera estaban embarradas en la sangre seca de la otra noche, así que no cortaban bien.

¿Recuerdas cuando eras un niño y te mandaban a recortar figuras de papel para algún trabajo?

¿Alguna vez intentaste cortar varios pedazos de papel con una tijera vieja y esta no podía hacerlo bien y terminaba atascada en algún punto y a veces hasta las hojas se retorcían con un pequeño pedazo de papel entre cada una de ellas?

Eso ocurrió con mi ojo.

Parte del nervio óptico estaba atrapado entre ambas hojas de la tijera. Mientras intentaba desesperadamente de desatascarla, terminé resbalándome en mi propia sangre y cayendo al piso. Mis reflejos reaccionaron rápido y solté las tijeras para colocar las manos enfrente de mí para no caerme de cara y lastimarme. El peso de las tijeras en mi ojo colgante comenzaba a lastimarme también, pero no tenía tiempo para ir a la cocina y conseguir un cuchillo.

Así que lo jalé. Lo jalé directamente de mi cara. Podía sentir como mis nervios y carne se separaban de mi cráneo. Varios líquidos salpicaban por todos lados. Sabía que estaba llorando, pero no se podía distinguir las lágrimas del líquido ocular y la sangre. Cuando logré oír el sonido de la carne llena de sangre golpear el piso, sabía que lo había logrado.

Sabía que eso lo había conseguido. Podía vivir mi vida sin tener que ver a las personas desordenadas y sucias vivir las suyas. El alivio era inmenso, y sabía que esta vez duraría. Nunca me había sentido así en mi vida, estaba lleno de esperanza. Mientras yacía en el piso de mi baño tenía una sonrisa muy grande en mi rostro, una sonrisa que no había tenido desde hace muchos años.

—Dictado, pero no leído.

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